jueves, 12 de agosto de 2010

Muerte.

Temida, sencilla, pero al fín y al cabo, inevitable. Una única salida, un único fín, la meta de todo recorrido. Fácil solución dicen algunos, duro castigo piensan otros, pero todos terminan igual. Olvidados con el paso de los años, sepultados por el polvo que sobrevuela los entornos. Destrozados por verdades que sobrepasan su capacidad para comprenderlas. Qué simple, qué vulnerable es este ser. Un papel, un arma. ¿Defraudado? Real. No haría falta explicar la pregunta sin respuesta, ese por qué que te ronda en la cabeza, pues ya lo sabes. Y aunque no lo creas, no haría falta saberlo, al fín y al cabo, todo siempre acaba del mismo modo.

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