viernes, 14 de mayo de 2010

Nadie.

Cuando te miro siento mil cosas a la vez, como si solo existieras tú en el mundo, como si no hubiera nadie más, como si tuvieras algo que me impide ver más allá de ti. Me eclipsas completamente. Es como si el mundo se detuviera unos segundos para que solo yo pudiera contemplarte.
Nadie sabe lo que ocurre en mi interior cuando tu piel roza la mía, cuando ese escalofrío que provocas recorre todo mi cuerpo hasta llegar a mis pies que siento como si se elevaran lentamente del suelo por las mariposas que viven en mi estómago. Tienen tanta fuerza que podrían llevarme hasta el fin del mundo, podrían llevarme hasta el cielo, pero yo no quiero ir al cielo si no es contigo.
Y cuando me besas.. Cuando esos labios finos, suaves, esos labios que recorren los míos, instándome a seguirlos. Labios, labios de papel, labios finos, afilados, suaves y cortantes, labios que te roban los tuyos, labios que te roban besos. Besos prohibidos, besos perfectos, besos duraderos, besos que están presentes cuando cierro los ojos, que me persiguen, que me acechan. Besos profundos, como tu mirada. Mirada amenazante pero hechizadora, mirada que me atrapa, que me envuelve, mirada cautivadora. Mirada penetrante y sincera, mirada que me mata y me encarcela y me lleva y me recoge y juega conmigo sin parar. Mirada que se clava y te altera, mirada traicionera.

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